8.00h, dejamos las mochila.
8.30h, desayunamos.
9.00h dejamos nuestras pertenencias «valiosas» a buen recaudo. Después… salimos de tour… ¡a la aventura! 🙂
Nos montamos en una ranchera. A medio camino tuvimos que parar, porque por lo visto la novia de nuestro guía (Bank) tenía algún problema y había sido ingresada en un hospital. Así que tuvimos que esperar un buen rato hasta que vino el relevo, Tom. El resto de «acompañantes» eran Bai (que es sordo, pero al que mejor entendíamos), Dalí y La.
Una vez reemprendimos la marcha fuimos directos hasta un bar, en el que comimos muy temprano, no recuerdo bien, pero puede que fuesen las 12.30h.
Después seguimos hasta el poblado que sirvió de punto de partida de nuestra «aventura en la selva». La zona en la que nos íbamos a mover se llama Pai.
Estuvimos en la aldea un rato, y cuando comenzó a llover iniciamos la marcha.
El camino estaba enfangado y era fácil resbalar. Era duro, pero divertido.
Tras una buena caminata, mojados por la lluvia, el sudor y alguna que otra persona también llena de barro, llegamos a la cabaña que nos alojaría la primera noche.
Nos duchamos al aire libre, con un barreño. Las camas estaban todas en una habitación con «puerta»; en medio había un «salón» y al otro lado otra habitación para los «sherpas».
Una vez todos estuvimos aseados y descansados, sirvieron la cena (creo que a las 18.00h). Después vinieron niños y niñas del poblado, que se vistieron con su traje tradicional, a cantar y bailar canciones típicas.
Cada vez que acababa una canción, el más gamberro decía: «Everybody: abú-ya», que significa gracias en su lengua.
A las 20.00h nuestros compañeros de tour: 2 chicas holandesas (de 26 años), 2 chicos ingleses (de 19 años) y una mujer inglesa (de 47 años), se fueron a dormir. Nosotros aguantamos todo lo que pudimos (creo que hasta las 22.00h).