Artículo que empieza como una recolección de casos en los que la propagación de la información ha ido en contra de sus protagonistas, pero que acaba con una reflexión algo más «transcendental».
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Miles de cámaras pueden acabar con tu reputación
Madrid.- Una chica y su perro entran en el metro. El animal defeca en medio del vagón sin que su dueña muestre signos de alteración. Varias personas se indignan pero la chica sigue sin inmutarse. Dos de los viajeros le hacen una fotografía y la publican en sus respectivos blogs.
En las horas que siguen, cientos de navegantes ven la foto y conocen la historia. La imagen del perro y su dueña vuela de ordenador en ordenador y se truca y se retoca para ridiculizar a la chica. Hasta le ponen un mote: dog-shit-girl. Pronto se conocen su pasado e identidad y se convierte en blanco de burlas e insultos cuando la gente la reconoce por la calle.
Sucedió en Corea, a principios del mes pasado, y es un ejemplo más de la impunidad con la que las fotografías circulan por la Red sin que los que aparecen en ellas puedan controlarlas ni evitar que sean manipuladas para hacerles caer en el ridículo.
Algo parecido le sucedió a una chica californiana que fue fotografiada en medio de una fiesta, en postura y gesto absolutamente desfavorecedores, mientras bailaba al estilo punk. La imagen fue difundida y se manipuló hasta la saciedad, mezclando la foto de la joven con contextos impensables que dieron lugar a una burla monumental. La han apodado «Moshzilla» y se ha hecho tan popular que hasta cuenta con una entrada propia en la Wikipedia, la enciclopedia libre de Internet.
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