Buenos Aires.- Son casos esporádicos en los que el individuo termina hablando con acento distinto al de su país, lo que le provoca conflictos de identidad personal. Entre los casos documentados hay cuatro argentinos.
Andrea, una joven española habla un castellano claro, pero suena con un «acento» extranjero que no puede evitar. De hecho, quien la escuche podrá pensar que es francesa, inglesa o alemana, pero nunca española. Ella misma se siente extraña al escucharse y como no puede cambiar lo que le pasa, empieza a sufrir conflictos con su propia identidad. Este caso es sólo uno de los 20 registrados en el mundo de personas que padecen el Síndrome del acento extranjero o FAS (Foreign Accent Sindrome).
Se trata de un raro trastorno, restringido a los sistemas motores de la producción del habla de origen neurológico, consecuencia de una lesión cerebral. Esto provoca que los pacientes hablen su lengua materna como lo haría un extranjero. Este efecto es inevitable para la propia persona y, por su brusca aparición, suele traer como consecuencia problemas emocionales relacionados con la pérdida de identidad personal y del sentido de pertenencia a una comunidad.
Según científicos de la Universidad de Oxford (EE.UU), lo que sucede es que la persona no adquiere el acento sino que se modifican los patrones del habla. El traumatismo en el cerebro hace que la persona afectada cambie la longitud de las sílabas, altere el tono o pronuncie mal ciertos sonidos. Según los más recientes estudios, el FAS no se ha asociado con daños en un sitio específico de este órgano; lesiones corticales o subcorticales de pequeño tamaño pueden producir el síndrome. Y, aunque la mayoría de los casos conocidos corresponden a lesiones en el hemisferio izquierdo, existen cuatro casos con lesiones en el hemisferio derecho.
El primer caso del que se tiene noticia (1917) es el de un parisino que desarrolló un acento «alsaciano» como consecuencia de una herida de guerra. Pero el ejemplo más conocido viene de la segunda guerra mundial, cuando una noruega de 30 años fue alcanzada por un fragmento de proyectil durante un bombardeo nazi y su noruego empezó a sonar con un fuerte acento alemán. La mujer no podía evitar esta alteración de su habla y ello le ocasionó innumerables problemas en su vida cotidiana al ser identificada como germana. Los argentinos no estamos exentos. Según la bibliografía existente, cuatro casos fueron reportados en 1991 por el doctor Marcelo Berthier de la Universidad de Málaga (España). Estos pacientes, tres mujeres y un hombre, con edades que iban de los 34 a los 70 años, luego de sufrir un accidente cerebrovascular, hablaban su español (argentino) de origen con un acento eslavo en tres casos y húngaro en el cuarto.
La mayor parte de los casos publicados son de personas monolingües, sin posibilidad de «fuente» para su acento extranjero. Y, si bien este trastorno se lo asocia en algún punto a la afasia que es «la expresión o comprensión defectuosa del lenguaje escrito o hablado», se diferencia porque los pacientes no presentan déficit de lenguaje expresivo o compresivo, ni distorsiones fonéticas. Al contrario, el habla en ellos es perfectamente inteligible y no se interpreta como patológica para los que los escuchan. Incluso, quienes sufren este síndrome no se enfrentan, explican los especialistas, a situaciones propias de un enfermo, sino a las propias de un hablante extranjero.
El habla, describe un meticuloso estudio español sobre FAS publicado en Revista de Neurología, «desde el punto de vista motor, es un verdadero prodigio de coordinación neuromuscular y, de hecho, se la reconoce como la conducta motora más compleja del repertorio humano. Hablar, implica la acción coordinada de un centenar de músculos vinculados a grupos independientes e inervados por distintos nervios craneales. Esta coordinación requiere una apropiada secuenciación y un ajuste extremadamente fino entre los movimientos musculares». Esto significa, concluye el informe, que cualquier desajuste, por pequeño que sea, «tienen consecuencias acústicas que las detectan inmediatamente los oyentes de una lengua».
Respecto al tratamiento de este síndrome, algunos autores proponen adaptar determinadas técnicas empleadas en los cuadros de afasias del habla; especialmente «los esfuerzos por modificar la voz, distorsiones del punto y modo de articulación y sustituciones y variaciones en la producción de consonantes, que contribuyen a la percepción del acento». El objetivo, ayudar a estos pacientes a recobrar no sólo su originaria forma de habla sin «acentos extraños», sino también superar los problemas de identidad y de pertenencia a una comunidad de la que son oriundos. El último caso que ha tenido repercusión en los medios, es el de Tiffany Roberts, de 61 años; que a pesar de haber nacido en Indiana (EE.UU) y de nunca haber estado en Gran Bretaña; luego de un lesión cerebral en 1999 habla con un acento inglés que desde entonces no ha podido modificar.
Fuente: Clarín
Mariana Nisebe, 08-06-2005
[sacado de Absurd Diari]
yo mismo no soy español, pero tengo acento andaluz, toda persona que me escucha lo primero que suelta es «de que parte de andalucia eres?» o «eres andaluz?» enfin supongo que el ser canadiense en un pais español, el habla se te pega… pero es que yo e vivido desde que vine a españa siempre en Madrid… xDDD nunca en alguna ciudad andaluza xD enfin asi que apuntar otro más a la lista 😛 de «FAS»
1 saludo