<–First Round–>
Abrí el ojo derecho. La luz del sol al amanecer hizo que lo volviese a cerrar. Sentía humedad y frío por todo el cuerpo. Estaba tumbado y encogido sobre el costado izquierdo.
Poco a poco, fui acomodando la vista a la luz del día. Entonces pude observar dónde me encontraba: no sabía cómo había ido a parar allí, pero estaba tumbado al aire libre, sobre la hierba; abajo podía observar un manto laberíntico de edificios y calles que se extendían hasta el mar, en donde podían divisarse, en la lejanía, manchas oscuras que debían de ser barcos.
Me incorporé lentamente y con dificultad, pues los tejanos grises que llevaba puestos estaban empapados y se pegaban a mis piernas.
Sobre la ciudad, Barcelona, se podía observar una enorme mancha marrón. Ninguna de las precauciones que se han tomado hasta el momento han conseguido acabar con la contaminación.
Y mientras me embobaba con aquel triste paisaje, no hacía más que darle vueltas a la cabeza, pensando en cómo coño había ido yo a parar a Collserola…
Cuando mi cabeza estuvo en condiciones de pensar con un poco más de claridad, miré el reloj: eran las 7:03 de la mañaana del sábado 9 de marzo… del 2002. Una luz roja parpadeante me indicaba que el ZMobil tenía que estar por allí cerca.
Miré a mi alrededor. Sí, era cierto, a unas pocas decenas de metros podía observar aquella zeta roja, enorme, que estaba pintada en la parte delantera mi «coche» de color negro. Pulsé uno de los botones del reloj y observé como el aparato se elevaba unos centímetros, para luego venir hacia el lugar en el que yo me encontraba. Abrí la puerta y me introduje en él.
– Bon dia Sr Zeta. -saludó la computadora de abordo, con su voz femenina y sensual.
Tranquils que això continuarà…
ChusZ 10/03/1996 18:10
[Pero nunca continuó.]